miércoles, 28 de julio de 2010

Dr. Abbas Mohamed Chej Sbai, 45 días de huelga de hambre

El doctor Abbas Mohamed Chej Sbai lleva 45 días de huelga de hambre y a 20 días de hospitalización, sin ningún control médico, y en condiciones sanitarias deplorables. Fue trasladado a un hospital de la ciudad marroquí Warzazat al agravarse su estado de salud.

La prensa y las organizaciones marroquíes de derechos humanos han recibido órdenes de no intervenir en la causa de este ciudadano saharaui, con nacionalidad suiza.

La embajada suiza se mantiene ignorante sobre este caso. Se había autorizado que un representante de la embajada visitara en prisión al doctor, pero las autoridades marroquíes echaron marcha atrás en el último minuto denegando esta visita.

Su familia es acosada diariamente en el hospital, por controles y otros presos.

Cabe recordar que el doctor fue detenido anteriormente en febrero de 2006 y había sido condenado a tres meses de cárcel, de los que sólo cumplió 40 días por haber sido puesto en libertad por decisión del Estado marroquí antes de que se dictara la sentencia final del Tribunal Superior de Rabat. En aquella ocasión el doctor Abbas Sbai fue puesto en libertad después de una larga huelga de hambre que duró entonces 39 días y gracias a la protesta de su familia y ciudadanos saharauis que llevaron a cabo manifestaciones pacíficas para exigir su liberación.

El Dr. Abbas Mohamed Chej SBAI, nacido en 1955, tiene nacionalidad suiza y está casado con una ciudadana de ese país europeo. Tiene dos hijos de 15 y 16 años. Es doctorado en medicina, especialidad cirugía y trabajó en la salud pública suiza durante 12 años, entre 1987 a 1999.

domingo, 25 de julio de 2010

Testimonio de Keltoum Lebseir


Llegué a El Aaiún, la mañana del domingo, 18 de julio, en un taxi procedente de Smara.

Quería venir a la recepción de la VI delegación de activistas saharaui de derechos humanos, que regresaban de una visita a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf.

Me tomó un descanso en la casa de mi tío en el barrio de Al'Ina'ach.
Alrededor de 18,00 de la tarde, fui a la casa de Othman N'dour, un miembro de la delegación, donde su familia recibió partidarios y simpatizantes saharauis en una ceremonia para la ocasión.

Cuando llegué a la avenida Bucra-a, me sorprendió que decenas de coches de la policía marroquí rodeaba la casa de la familia del Sr. N'Dour.

También hubo decenas de ellos vestidos de civil, a los diversos organismos de seguridad marroquíes y de la inteligencia.

Como muchos de los policías marroquíes estaban visiblemente agresivos, me decidí a entrar en la casa de un miembro de mi familia, no muy lejos del lugar.
Una hora más tarde hemos oído gritar y salimos a ver qué estaba pasando fuera.

La policía perseguía a los ciudadanos saharauis con el fin de intimidar.
Corrí hasta la avenida Bucra-a que esperar y ver la situación desde lejos. Estaba acompañada por decenas de saharauis que esperaban la llegada de los miembros de la delegación.

De repente nos sorprendió una patrulla de policías vestidos de civil que nos persiguía a todos en un coche.

Uno de ellos me dio un puñetazo en la nariz. Yo sangraba mucho y me desmayé.

Cuando me desperté, miré hacia la persona que me golpeó y le pedí explicaciones de porque me había hecho eso. Él estaba con un grupo vestido de civil y uniformados. Posteriormente me insultó y me dio una patada, gritando palabras que no entendía y me dejó tirada en la carretera.

Uno de los ciudadanos saharauis me ayudó y me entré en su casa. Me asistió como pudo.

Algunos activistas de Derechos Humanos me aconsejaron que presentara una denuncia en la Comisaría de la policía marroquí. No lo hice, debido a que ya he hecho varias denuncias, pero nunca me han respondido.

viernes, 23 de julio de 2010

Hayat Rguibi: "He visto palizas desde que era una niña"

HAYAT RGUIBI, UNA DE LAS ACTIVISTAS QUE VISITÓ LOS CAMPAMENTOS EN TINDUF Y RECIBIÓ UNA PALIZA AL REGRESAR AL AAIÚN
 


"He visto palizas desde que era una niña"

GUINGUINBALI LAURA GALLEGO Las Palmas de Gran Canaria 22/07/2010

Estos días, se han publicado imágenes de esta mujer dolorida, en el suelo, después de recibir golpes y porrazos por parte de la policía la noche del domingo; aparece en otra fotografía en mitad de una masa de gente, hinchadas las venas del cuello, puño en alto, haciendo la señal de victoria con la que los saharauis expresan su lucha por la independencia. Es una de las activistas por los derechos humanos que regresaba de visitar los campamentos de Tinduf.

Pero al día siguiente, Hayat Rguibi, sentada en el suelo, en la esquina de una habitación de una típica casa saharaui, es, también, una adolescente de solo 19 años que se sonroja cuando su amigo, que está haciendo las veces de traductor, le lanza pícaras insinuaciones. Y se deshace en carcajadas nerviosas cuando le decimos que hacen buena pareja. Una adolescente que, por haber realizado este viaje, ya no podrá asistir al instituto, donde estaba estudiando informática. Pero que aún aspira a aprender idiomas; e incluso, puestos a soñar, a convertirse en “abogada, para defender a mi gente”.

De momento, siendo tan joven, ya tiene un nombre dentro de la Intifada. Es activista desde los 14 años. Ella nació bajo la ocupación y, en las circunstancias actuales, desgraciadamente, parecen más realistas los anhelos que también expresa a este respecto: “Es bueno que todos sepan quien eres, si, es a lo que aspiro, a que me respeten por mi lucha”.

La delegación de la que formó parte es la séptima que desde el pasado mes de octubre visita los campamentos; la séptima formada por activistas de los derechos humanos. Hasta ese momento, iban los que, en virtud de un acuerdo firmado entre el Polisario y Marruecos, eran escogidos para un programa denominado Puente de la confianza, y a quienes acompañaba personal de la ONU. Pero según dicen los dirigentes saharauis, Marruecos “solo deja usar ese puente a quienes no pueden protestar, selecciona a los que tienen comercios, o familiares en la cárcel, cualquier circunstancia que les impida hablar claro cuando llegan a los campamentos”. Por eso, ellos están haciendo llegar ahora a estos activistas.

En Tinduf, donde Hayat ha pasado cinco días, se ha reunido con familiares que no conocía, pero de los que llevaba años oyendo hablar; aunque todos, dice, son de algún modo familia. Los más ancianos se echaron a llorar al verlos. “Nos preguntan por la opresión marroqui, quieren saber cómo vivimos aquí y se les saltan las lágrimas al ver que hay jóvenes luchando como ellos lo han hecho”, narra.

No obstante, lo que más le conmovió fue “ver con mis ojos que allí hay un país, con un gobierno, gente muy inteligente que lucha por ser libre; fue muy emocionante, la verdad es que no tengo palabras para explicar lo que sentí”. Tampoco para describir “la tristeza de ver que nuestro país está partido en dos; eso duele mucho”, añade.

Hubo una manifestación clave en su vida, a partir de la cual, se incorporó a la lucha pacífica pero activa; aunque “la causa”, ese Sahara libre al que aspiran, la maman desde la cuna. “He visto pegar a mucha gente, palizas, desde que era una niña, desde que recuerdo; cuando eres pequeña la policía entra a veces en clase, a mis padres les han golpeado delante mía”. Por eso, por difícil que pueda resultar entender desde fuera que hagan a los niños partícipes de sucesos como los del domingo -cuando la policía, a su llegada, cargó contra decenas de personas que esperaban para recibirlos y tuvieron que atrincherarse en una vivienda durante toda la noche- a ella le parece normal: “Es bueno que estén, para que conozcan su causa, no es demasiado duro, no, así se acostumbran”. A los golpes, dice, se van a tener que acostumbrar aunque no quieran. En su caso, ha pasado por todo. Detenciones, torturas e incluso, confiesa en un hilo de voz “intentos de violación”.

Para Hayat, lo esa noche ya es algo normal. “Me alegro de que hubiera españoles, porque si no, hubieran entrado en la casa desde el primer momento, pero no quieren que la gente lo vea, que sepan lo que ocurre”. ¿Cómo explicar esa violencia? “En cualquier país ocupado, el ocupante aplasta al ocupado, ellos dicen que todos somos marroquis, y no quieren que salgas a decir que eres saharaui, ni que nuestro mensaje sobre los territorios ocupados llegue a los campamentos; nosotros somos portavoces de algo que quieren ocultar”.

Pero eso no les va a frenar, asegura. Ella conocía bien el riesgo y, aún así, cuando el Frente Polisario la eligió para formar parte del grupo se sintió “honrada”. “Esperaba este recibimiento, si, pero es que estoy dispuesta a hacer lo que sea por mi país, dar la vida si es necesario”. Como ella, había varias estudiantes más en el grupo. Afafe El Houcain o Inguia Elhaouassi, que se suman a la conversación, comentan que, si antes estaban fichadas, “ahora más, pero no nos importa”.

“Es que estas mujeres son muy valientes”, comenta el traductor. Cierto es que las mujeres, a nivel de activismo, están en primera fila. No hay distinciones respecto a los hombres. Sus grandes referencias son Aminatu Haidar y Algaliya Djime. “¡El ejemplo más grande!”, dice Afafe.

Entonces ¿que les parece que no haya presencia femenina en el Frente Polisario, en el Gobierno?. “La mujer lucha, y es una parte muy importante, además, pero sí, nos gustaría que fueran también llegando al poder, entrando en el gobierno; yo creo iremos llegando poco a poco”, analizan.

Hay un par de ideas que todas quieren dejar claras, volviendo loco al traductor por un momento: “El pueblo saharaui va a seguir luchando, no queremos dinero de Marruecos, ni esperamos nada bueno de ellos, claro. Por eso agradecemos mucho a los españoles que nos apoyan, pero tienen que presionar a su gobierno y al resto de Europa para que hagan algo”.

miércoles, 21 de julio de 2010

Informe de Laura Gallego

GUINGUINBALI LAURA GALLEGO 
Las Palmas de Gran Canaria 21/07/10

Esa casa era una fiesta. Durante todo el día cantaron, rieron y algunos de ellos, se sentaron un rato al lado de esta periodista para contarle sus experiencias. Algunas de las preguntas formuladas entonces dejaron de tener sentido poco después ¿Qué significa el miedo para ustedes? ¿De dónde sacan la esperanza?. No significa nada, y no les queda otra. Los cuatro españoles que viajamos desde Canarias para participar con los saharauis del recibimiento a los 11 compatriotas que regresaban de visitar los campamentos de Tinduf, llegamos al barrio de Casa de Piedra, en El Aaiún, sobre las tres de la tarde, y desde el primer instante quedó claro que la policía marroquí no veía con buenos ojos ese encuentro.

La vivienda estaba cercada por numerosos agentes vestidos de paisano que, poco después de nuestra llegada, empezaron a impedir el acceso a los saharauis que seguían queriendo llegar hasta ella. Dentro había alrededor de 200 personas ya. A media tarde, un grupo de policías se dirigió a los españoles, en la calle, y nos solicitó la documentación, y después de un rato, nos comunicó que, dado que habíamos entrado como turistas -y estar allí, para ellos, se salía del circuito- quedábamos bajo nuestra propia responsabilidad.

Cuando supimos que la delegación de 11 activistas por los derechos humanos había aterrizado -la mayoría de ellos jóvenes estudiantes que desde el domingo han perdido el derecho a seguir acudiendo al instituto, por cierto- decidieron desde que ventana tomaría yo las fotos. La que estaba situada justo sobre la puerta de entrada. Debían respetar mi posición. Aunque entre 200 personas repartidas en más de diez habitaciones, ningún mensaje llegaba a todos.

Ya estaban cerca; Cecilia Alvarado, Lorena López y José Febles, los tres canarios con los que viajé, se sumaron al grupo que los recibiría fuera. Javier Sopeña, un extremeño que desde hace dos meses se ha comprometido a vivir con ellos, y sufrir lo que sufran ellos, para utilizar sus herramientas después, como español, para denunciarlo, también estaba allí.

En parte creíamos que su presencia serviría para frenar la reacción de la policía. Pero cuando la furgoneta en la que iban los once activistas aparcó frente a la vivienda, vi como estos se bajaban, la multitud empezaba a cantar y por el rabillo del ojo, correr a la policía desde todas las esquinas. Fue entonces cuando sentí que alguien pisaba el acelerador. No, no hubo provocación, ni intento previo por acallar los cánticos. Llegaron corriendo y empezaron a golpear a varios de ellos. Vi como les tiraban al suelo y la emprendían a puñetazos, patadas y porrazos. En cuestión de segundos, tenía a decenas de personas gritando a mis espaldas, empujándome contra las rejas de la ventana. Durante la siguiente media hora larga, la más intensa, lógicamente, no volvieron a reparar en mi presencia.

Salí como pude, agachada entre las piernas de todos ellos, a buscar otra ventana desde la que poder tomar fotos. Estaba en un rellano de un metro cuadrado, de una angosta escalera por la que muchos bajaban enfervorizados para salir a socorrer a sus amigos, a sus familiares. Entré en la habitación más próxima y cuando me acercaba a la ventana de la cocina algo rompió los cristales. Regresé sobre mis pasos y empezaron a llegar heridos. Personas cargadas en brazos por otras, con el labio partido, la ceja abierta, la espalda amoratada....gimiendo de dolor. Los dejaban sobre algún cojín y regresaban.

Todo eran golpes, ruido, gritos. Luego supe que en ese arranque fueron también a por los españoles, con la intención de alejar testigos incómodos; a Lorena y a José les golpearon contra una pared y arrastraron hasta otra calle cercana. Como querían regresar, y clamaban por sus dos compañeras españolas y, Lorena, por su documentación, que no llevaba encima, les amenazaron y volvieron a golpear. A ellos y a varios ciudadanos que intentaron mediar. Salieron corriendo y consiguieron llegar al hotel.

A Javier, a quien cada vez respetan menos, por muy español que sea, le patearon en el suelo y, en posición fetal, consiguió protegerse de todos los golpes menos de uno en la parte baja de la espalda por el que todavía camina con dificultad.

A Cecilia la agarraron violentamente de un brazo, pero consiguió zafarse y entrar en la casa.

Dentro, en algunos rincones apartados, había ancianos que rezaban en silencio. Contemplaban lo que sucedía con dolor, pero diría que con la resignación de la costumbre. Una mujer que chocó contra mi en un momento dado, y que sí reparó en que tenía un testigo, no dejó pasar la oportunidad de desahogarse; me agarró por los brazos y me gritó desesperada: “¡Quiero salir, pero no me dejan! Los policías marroquíes son unos cobardes, están tirando piedras!” . A base de piedras habían roto ya todos los cristales, y entre varios, fueron tapando las ventanas con mesas o con lo que encontraban a mano para impedir que entraran esas armas arrojadizas con las que sí consiguieron partirle el labio a uno de ellos.

Si la policía hubiera entrado entonces, no sé que hubiera pasado. La puerta era de hierro, y entre decenas de personas que atascaban la escalera creo que consiguieron detenerlos. Aunque la situación estaba fuera de control, y dentro, había personas mayores, niños. Dicen los saharauis que a veces lo hacen, que entran, rompen todas las luces, y la emprenden contra cualquier bulto que se mueva. Quizás eso es lo que impidió nuestra presencia.

Después de media hora subí por la escalera a la habitación donde esperaban algunos de los que no habían intervenido, y me alcanzó el grito desesperado de Cecilia llamándonos a los españoles. Hasta dos horas después no supimos qué había pasado con Lorena y José. Javier si subió al rato, dolorido.

Con las ventanas tapiadas, sin ningún resquicio que dejara entrar el aire -que fuera si era fresco- y con todas aquellas personas presas del terror y de la ira a partes iguales, la temperatura y la humedad alcanzaron niveles insoportables. Desde esa habitación en el tercer piso, seguíamos escuchando los gritos que llegaban del piso inferior. Aunque cada vez más espaciados. Cuando subieron algunos de los activistas de la delegación, en una de las habitaciones, banderas en mano, empezaron con los habituales cánticos, clamando por un Sahara libre; saltando, todos a una, a voz en cuello, se fueron exaltando, tratando supongo también de recuperar los ánimos, de recordarse a sí mismos el porqué de tanto horror. Aunque allí nadie se permite un momento de debilidad respecto a su compromiso con la causa. “Por mi país, lo que haga falta, doy hasta la vida, no tengo miedo”. Todos se expresan así.

Conté siete niños menores de tres años. Había además, muchos más de entre 4 y 15 años. La gente está sentada, apretada en los sofás y por el suelo. Desde mi lugar, veo aproximarse a un grupo cargando a una niña y gritando en torno a ella; quieren entreabrir una ventana para que tome aire. Está sudando, con cara de pánico, y apenas consigue que el oxígeno llegue a sus pulmones, con bocanadas asfixiantes. Le duele el pecho. Sufre un ataque de ansiedad. Ví a otras dos en diferentes momentos en la misma situación.

Cuando alguien intenta abandonar la vivienda, regresa apaleado. El martes, visité a varias personas que también fueron golpeadas por acercase a ella, en la calle. Las marcas de los golpes son brutales. Y si no han ido al hospital, me explican, es porque allí “volverían a pegarnos”. Utilizan remedios caseros y algunas medicinas españolas.

Hasta la 1:30 hubo momentos de más tensión y otros, incluso, de cierto relajo. Hay quien trata de dar una cabezada; la noche, ya lo saben, va a ser larga. Pero a esa hora, llega alguien con un papel. Tiene un teléfono anotado y nos dice que debemos llamar, que se lo han dado los otros españoles; discuten entre ellos. Hay quien cree que es una artimaña de la policía, pero poco después, otra persona trae un número nuevo e insiste en que nos asomemos por la ventana, que Lorena y Jose están abajo. Efectivamente, Cecilia y yo les vemos, acompañados por un señor, que resultó ser el Depositario de los Bienes Españoles en El Aaiún, quien, a pesar de no tener competencias diplomáticas, se encarga de asistir a los españoles cuando la Embajada lo solicita. Y Lorena había contactado con él a través del servicio de emergencia consular. Ha venido a sacarnos de allí; Lorena insiste en que debemos hacerle caso, pero no puede explicarse, está rodeada por la policía que tiene la casa sitiada. Este señor nos dice que si no abandonamos el lugar, él habrá sido testigo de que nos hemos quedado por nuestra propia voluntad, y a partir de ese momento, no podrá garantizar nuestra seguridad.

Aunque nadie, en realidad, puede hablar claro en ese momento.

Dentro, algunos nos piden que nos quedemos, que sino, acabará en “un baño de sangre”. Otros entienden que es nuestra decisión. Durante más de dos horas dudamos cual tomar; cambiamos de opinión a cada momento. Javier no. Tiene claro que se queda con ellos hasta el final. Está bastante seguro de que con nosotros dentro, la policía no va a entrar. Desde fuera, nos dicen que ésta les ha advertido de que lo harán de todas formas. La presencia del funcionario español, quien, por primera vez acude al lugar en este tipo de situaciones, acrecienta el nerviosismo de los agentes.

No estábamos allí para convertirnos en mártires, sino para ver con nuestros propios ojos y poder contarlo la terrible violación de los derechos humanos que padece el pueblo saharaui. Mis compañeros como miembros de la Asociación Canaria de Solidaridad con el Pueblo Saharaui y yo, como periodista. Se trataba ahora de decidir entre dos opciones: olvidar el trabajo y a título personal, apostar por salvar con tu presencia y tu pasaporte la integridad de un grupo de seres humanos o estar dispuesto a sufrir con ellos las consecuencias, o, una segunda: confiar en las personas que desde abajo, sin poder dar una explicación clara, nos recomiendan con firmeza que debemos abandonar la casa.

No teníamos herramientas para saber con certeza qué iba a ocurrir. Sí, efectivamente, podíamos evitar una masacre, o estábamos empeorando las cosas. O si esta no se iba a producir, de todos modos. Porque nos costaba imaginar que, si la policía se había controlado hasta ese momento, si no había tomado la vivienda porque estábamos allí, lo fuera a hacer justo después de que saliéramos. Un funcionario español estaba siendo testigo de la situación; si al amanecer, habían arrasado el lugar, resultaría -no fácil de imaginar, sino evidente- qué había sucedido. Y tienen demasiadas ocasiones, por desgracia, para hacerlo a espaldas del mundo.

Afortunadamente, parece que así fue. Después de marcharnos, sobre las cuatro de la mañana, mantuvieron el asedio durante varias horas. Hasta que decidieron ir dejándolos salir en grupos de 10 y detuvieron a cuatro. Pero no hubo tal masacre. Ese día.

Fuera, alguien esperaba con una bandera marroquí y antes de que pudiera darme cuenta, confundida con la oscuridad del exterior, me fotografiaron delante de la misma. Cecilia supo dar el conveniente rodeo y evitó que captaran esa imagen.

Ya juntos, una treintena de agentes rodearon el vehículo del funcionario español, en cuyo interior estábamos sentados, y nos reclamaron las cámaras fotográficas. En principio nos negamos. Lorena exigía una orden judicial, porque iba en contra, obviamente, de todos nuestros derechos. Pero no pensaban dejarnos marchar con ellas. El depositario también insistía en que debíamos entregarlas, que al día siguiente nos serían devueltas. Obviamente, sin las imágenes que no fueran de su agrado. Accedimos porque el asedio era importante; incluso a que nos registraran el bolso; aunque el material estaba en realidad a salvo.

Y nos fuimos. A comprar cigarrillos para los fumadores. A relajar los nervios. Pero ellos se quedaron allí. Volvimos a verlos la noche siguiente, en casa de otro amigo; sabían que la prensa española se había hecho eco de lo sucedido, y nos lo agradecían. En realidad, es lo único que quieren: que no miremos a otro lado. Los saharauis no tienen una ciudadanía plena. No tienen derecho a trabajar ni a ir a la universidad; tienen prohibido ir al cine y al teatro. En cualquier momento, un policía puede increparles por la calle, y desde luego, cualquier manifestación, de cualquier tipo, a favor de la independencia del Sahara, se paga con torturas, desapariciones, años de cárcel. Todos tienen un familiar con heridas irreversibles, cuando no llevan años sin saber de él o ha perdido la cordura en la cárcel. Eso es lo que conocen desde que nacen. Una forma de apartheid. Ni más ni menos. Sus verdugos son sus jueces.

Como ellos dicen, prácticamente toda la comunidad internacional reconoce que el Sahara Occidental no pertenece a Marruecos.

Su compromiso es inquebrantable. Y mantienen la esperanza en que la sociedad civil obligue a los gobiernos extranjeros a buscar una solución. Para que dejen de hacer como que no saben lo que pasa allí; yo también lo cuento para eso. Es exactamente lo que sucedió esa noche. En singular, en mi caso. Pero es su vida. O su lucha por una vida.

Informe de Javier Sopeña

El Aaiún, 18-07-2010


Me encuentro en la capital de los territorios ocupados del Sáhara Occidental desde hace cerca de dos meses. En general, mi labor aquí consiste en apoyar a los activistas saharauis. Esto incluye diferentes tareas, entre las que se encuentra la realización de misiones de acompañamiento con delegaciones saharauis que vuelven a los territorios después de haber viajado a los campamentos de refugiados.

En esta ocasión, acudo sobre las cuatro de la tarde en compañía de Sidahmed Lmjyed y Sloh Deila a la casa de la familia de Ozman Ndour, pues allí se celebrará el recibimiento de la delegación. A la entrada de la calle, varios policías de paisano nos pidieron la documentación. En ese momento nos percatamos de que la policía había cortado la calle, como es habitual en estas situaciones, para evitar la entrada de saharauis. Tras revisar nuestra documentación, nos permiten seguir nuestro camino hasta la casa de Ozman. En este trayecto observamos varias furgonetas de antidisturbios, además de un gran número de policías de paisano. Al entrar en la casa nos encontramos con muchos activistas saharauis y además a cuatro españoles procedentes de Canarias. Estos son José Vicente Febles, Laura Gallego, Lorena López y Cecilia Alvarado. Pasamos un rato charlando e intercambiando opiniones, tras lo cual Sidahmed nos pide que bajemos para poder comprobar cómo la policía impide la entrada de la mayor parte de saharauis que intentan acceder a esta calle. En varias ocasiones, se producen discusiones airadas entre saharauis y policía de paisano. Mientras estamos en la calle, un miembro del gobierno de El Aaiún y varios policías de paisano se nos acercan para pedirnos los pasaportes. Se los llevan y tras un buen rato vuelve el mencionado miembro del gobierno para devolvérnoslos, al tiempo que me pide que advierta a los canarios de que si no van al hotel, tendrán que asumir la responsabilidad de lo que les suceda. Me lo dice porque me conoce de otras situaciones similares. Alrededor de las nueve de la noche, los saharauis nos avisan de que la delegación ya ha aterrizado en el aeropuerto de El Aaiún. La delegación tarda en llegar a la ciudad porque son retenidos durante más de una hora en el aeropuerto. Llegan a la casa en varios coches. En ese momento José, Cecilia, Lorena y yo nos posicionamos a ambos lados de la puerta para disuadir a la policía de cargar contra los saharauis. Laura se posiciona en una ventana para registrar todo lo que suceda con su cámara de fotos. Apenas da tiempo de que los miembros de la delegación bajen de los coches, cuando, de repente, toda la policía de paisano sale corriendo en dirección la puerta de la casa, arremetiendo contra todo lo que se encuentra en su camino.

En ese momento empiezo a recibir puñetazos y patadas por todos lados. Me pongo de cuclillas contra la pared y me cubro la cabeza con las manos mientras uno o varios policías me patean la cabeza. No puedo determinar quién o quienes me atacaron pues en ese momento me resultaba imposible levantar la vista. Consigo parar las patadas que se dirigen a mi cabeza con los brazos, pero en algún momento un policía me da un puntapié en la espalda, en la zona en la que se encuentra mi riñón izquierdo. Tras este golpe, me zafo como puedo hacia la puerta de la casa y consigo entrar el último. Cuando entro, los saharauis cierran la puerta. Me ayudan a subir las escaleras hasta el primer rellano. Aquí descanso unos segundos y siento un terrible dolor en el riñón. Apenas me da tiempo de tomar conciencia de lo que acaba de suceder, cuando veo volar un pedrusco y una lluvia de cristales rotos de una ventana justo a mi lado. La policía está apedreando la casa desde la calle. Sigo subiendo las escaleras agachado con varios saharauis hasta llegar a la estancia donde se encuentran todos. Los saharauis han tapiado las ventanas usando mesas y han colocado una barricada en la puerta que da a la azotea. Todos los niños están llorando aterrados. Una muchacha joven tiene un ataque de ansiedad y no puede respirar. Hay saharauis heridos. Hace un calor insoportable pues hay demasiada gente en la casa y al estar la puerta de la entrada y la azotea cerradas, no corre nada de aire. Encuentro a Laura y a Cecilia, preocupadas por todo lo que ha pasado y porque además no saben nada de José y de Lorena. Comprueban que no están en la casa, por lo que pensamos que se los ha llevado la policía. En un momento dado, oigo golpes en la puerta de la entrada.

Los saharauis se ponen nerviosos. Los niños comienzan a llorar de nuevo. Las mujeres se escudan con cojines. Pasa un rato y parece que la cosa se tranquiliza. Es la policía que intenta sembrar el terror entre los que estamos en la casa. Pasa el tiempo y Cecilia y Laura me dicen que la policía ha llevado a los dos españoles desaparecidos al hotel. Los saharauis retiran la barricada de la azotea, quitan las mesas de las ventanas y abren la puerta de la entrada. Entra en la casa un saharaui que trabaja en la Casa de España para negociar. Laura baja a la calle y habla con Mariano Collado, miembro de la misma institución, que se encuentra en frente de la casa con José y Lorena. Yo sigo dentro de la casa mientras todo esto sucede. Mariano, en lugar de subir para hablar, me llama por teléfono. Hablamos un rato. Me cuenta que los españoles deben salir de la casa, porque la policía quiere entrar y cargar contra los saharauis que hay dentro. Que si no salimos van a cargar igualmente. Le digo que yo me voy a quedar en la casa y que sea lo que Dios quiera. Cecilia y Laura deciden, tras larga deliberación, acceder a la petición de Mariano y salir. Ahora son más o menos las cuatro de la madrugada. Abdelahi Aljfawni, uno de los miembros de la delegación, decide salir de la casa. La policía le registra, le hacen una foto y le interrogan. Después le dejan marchar. Dah Hassan, otro de los miembros, decide salir de la casa para ir a ver a su madre. La policía le arresta inmediatamente. Otro saharaui, Deiu Baba, también decide intentar salir. Es detenido en el acto y llevado a comisaría. Cuando amanece, Ozman Tanaja, de la delegación, sale a la puerta de la casa e ipso facto la policía le golpea y le introduce en una furgoneta, para llevarle a comisaría. Otro miembro, Sidi Sbai sale y es cacheado, interrogado, fotografiado y llevado a la comisaría. Los demás saharauis van bajando en grupos reducidos, siendo algunos de ellos interrogados. Es más o menos media mañana ya, y en la casa sólo quedan algunos familiares y amigos de Ozman Ndour. Una mujer de la familia nos avisa de que la policía va a subir para registrar la casa. Suben doce policías de paisano, entre los que se encuentra el miembro del gobierno al que se hace referencia al comienzo de este documento.

Se llevan a Labras Mustafa a comisaría. Varios policías nos fotografían y nos graban en vídeo mientras otros registran la casa. Se marchan. Cuando veo que la situación se normaliza, me despido de la familia. Al salir a la calle veo que los coches de los saharauis están destrozados. Veo que hay un coche de policía de paisano en frente de la casa. La calle ya no está cortada y la gente puede andar tranquilamente. Aún así veo algunas furgonetas de antidisturbios que continúan haciendo guardia. Me dirijo, cojeando por el dolor en el riñón, a casa de Sidahmed para descansar por fin. Sidahmed me comenta que al tiempo que todo esto sucedía en la casa de Ozman Ndour, los saharauis se estaban manifestando en la calle Skekima. La policía cargó contra ellos y los heridos se estiman en una veintena. Son las diez de la noche cuando Sidahmed me informa de que los saharauis arrestados han sido liberados.

Se respira un ambiente extraño. Comparto con los saharauis la sensación de que, en cualquier momento, Marruecos volverá al ataque.

Firmado: Javier Sopeña
Fotografía: Laura Gallego

Secuestro e interrogatorio de dos jóvenes defensoras saharauis de derechos humanos en El Aaiun

Según ha declarado Nguia El Hauasi a los defensores de derechos humanos saharauis, ella junto a su compañera Hayat Erguibi fueron sorprendidas y secuestradas sobre las 17 horas del martes por una patrulla de policías marroquíes vestidos de paisano en la calle de Smara cuando éstas salían de domicilio de Hayat. Los agentes le obligaron a la fuerza a subir en el  coche donde fueron esposadas y los ojos vendados en un ambiente de miedo e intimidación para ser trasladadas a un lugar desierto y fuera de la ciudad donde les bajaron y les obligaron sentarse en el suelo.

Las dos activistas de derechos humanos permanecieron esperando hasta que oyeron a los policías marroquíes hablar con su superior, un tal El Hach, que venía al lugar para someterles a un duro interrogatorio sobre su visita a los campamentos de refugiados saharauis. El interrogatorio duró más de dos horas y el oficial marroquí le interrogó sobre los campamentos saharauis, las instituciones saharauis y sobre los dirigentes del Polisario y si les habían recibido. También fueron interrogadas sobre el recibimiento que les hicieron los ciudadanos saharauis a su regreso, quién “les financia” y los nombres de los participantes. Por otra parte el agente les interrogó sobre revistas y periódicos que les fueron confiscados en el registro del aeropuerto marroquí de Rabat.

Las dos activistas de derechos humanos fueron puestas en libertad el mismo día después de siete horas y medio bajo una fuerte presión psicológica debido a las amenazas y malos tratos tras el largo tiempo que permanecieron secuestradas, esposadas y con los ojos vendados en pleno descampado.

El Aaiun, Sahara ocupado 21 de julio 
Fuente UPES (Traduccíón no oficial: Poemario por un Sahara Libre)

lunes, 19 de julio de 2010

Brutal agresión policial con decenas de heridos en el recibimiento de once activistas saharauis que regresaban de Tinduf a El Aaiún

El recibimiento de once activistas saharauis que regresaban de Tinduf a El Aaiún se ha convertido esta noche en una batalla campal. La policía marroquí ha cargado contra unos 300 saharauis que se habían reunido para recibirlos. Laura Gallego, periodista de GUINGUINBALI, se encuentra en la vivienda que está ahora mismo (1.00 GMT) cercada por la policía. Los heridos, con brechas en la cabeza y golpes en todo el cuerpo, son más de treinta. Entre las personas golpeadas se encuentran dos ciudadanos españoles.

El regreso a El Aaiún de los once activistas saharauis de Derechos Humanos que se desplazaron la pasada semana a los campos de refugiados ha sido traumático. La policía marroquí ha convertido este recibimiento en una brutal paliza que ha acabado con decenas de heridos en una de las viviendas en la que se esperaban la llegada de los saharauis.

La policía cargó sin mediar palabra contra todos los asistentes a la celebración. Entre ellos se encontraban cinco ciudadanos españoles que se encuentran en buen estado. Dos de ellos están ahora mismo en un hotel de la capital saharui, mientras que los otros tres permanecen en la casa que ahora mismo está cercada por la policía.

Laura Gallego, periodista de GUINGUINBALI, está dentro de esta vivienda que tiene, a esta hora de la madrugada, las ventanas tapiadas debido a que la policía que espera a la salida no deja de lanzar objetos y piedras contra la vivienda. Varias de las personas que están en la casa sitiada, han intentado salir, pero han vuelto con severas heridas en su cuerpo. "Como si les hubieran dado una paliza", asegura Laura Gallego con quien hemos podido hablar desde la redacción de GuinGuinBali.

Los ciudadanos españoles, dos de los cuales también han sido golpeados, han solicitado protección consular y desde Rabat se les ha comunicado que enviarían al depositario de los bienes españoles en el Sahara Occidental para que se hiciera cargo de la situación, esta misma noche.

En los últimos meses, numerosos activistas de Derechos Humanos han visitado los campamentos de Tinduf y es frecuente que a su regreso se organice algún tipo de recepción por parte de los saharauis. Sin embargo, el grado de violencia que exhibió esta noche la Policía marroquí, que cargó sin previo aviso a porrazo limpio y a pedradas incluso contra ciudadanos españoles que estaban presentes, ha sido calificado de "inaudito" por fuentes jurídicas expertas en el problema del Sahara.

Durante todo el día de hoy informaremos de las novedades que se vayan produciendo desde El Aaiún, gracias a la presencia de Laura Gallego en la capital de la ex colonia española.

Fuente: guinguinbali.com

Testimonio de Hamad Hmad:

miércoles, 14 de julio de 2010

La policía marroquí agrede a una activista saharaui por solicitar su pasaporte

La activista saharaui de Derechos Humanos, Aminetu Ameidan, fue asaltada ayer, martes por la mañana, 13 de julio de 2010, por un grupo de policías marroquíes cuando se encontraba reclamando su pasaporte en la sede de la policía marroquí en El Aaiun, capital ocupada del Sahara Occidental, informó la Asociación de Víctimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos cometidos por el estado marroquí (ASVDH).

Según la misma fuente, la activista saharaui de Derechos Humanos, Aminetu Ameidan, fue objeto de insultos, abusos verbales y golpes.

La ASVDH, ha señalando que este hecho se trata de otra violación sobre los dd hh de los saharauis, haciendo un llamamiento a las organizaciones internacionales a intervenir inmediatamente para poner fin a la serie de violaciones cometidas por el estado marroquí contra los ciudadanos saharauis indefensos.

El Aaiún (Sahara Occidental ocupado), 14/07/2010

Fuente: SPS

Trasladan al doctor saharaui Abbas Sbai al hospital "en situación crítica de salud"

Warzazat (Sur de Marruecos), 13/07/2010 (SPS).- Las autoridades penitenciarias de la cárcel marroquí de Warzazate, trasladaron el pasado jueves al doctor saharaui Abbas Mohamed Chej Sbai (55 años) al hospital de la citada ciudad, tras el deterioro de su salud consecuente a la huelga de hambre que inició el pasado 13 de junio en protesta por su detención "arbitraria" en un expediente "fabricado" tras ser puesto en libertad en 2006, según su testimonio.

El traslado Abbas Mohamed Chej Sbai ocurrió en medio de un fuerte dispositivo policial compuesto por la gendarmería marroquí y las fuerzas auxiliares con el objetivo de impedir que su familia lo visite ya que se encuentra, según fuentes cercanas, en una situación alarmante que pude provocar un desenlace catastrófico.

En el mismo contexto, la familia del doctor junto con decenas de ciudadanos saharauis, continúa organizando en la ciudad marroquí de Mhamid El Gezlan concentraciones y manifestaciones para pedir su liberación inmediata.

En febrero de 2006, Abbas Mohamed Chej Sbai fue condenado a tres meses de prisión de la que había cumplido 40 días, por haber sido puesto en libertad por decisión del Estado marroquí antes de que se dictara la sentencia final del Tribunal Superior de Rabat.

Abbas Mohamed Chej Sbai anunció su entrada en una huelga de hambre para protestar por su detención y nuevo encarcelamiento por un dossier archivado desde hace mas de cuatro años.

En aquella ocasión el doctor Abbas Sbai fue puesto en libertad después de una larga huelga de hambre que duró entonces 39 días y gracias a la protesta de su familia y ciudadanos saharauis que llevaron a cabo manifestaciones pacíficas para exigir su liberación incondicional.

Su familia está "profundamente preocupada por esta detención arbitraria, tras una serie de hostigamientos y provocaciones por las autoridades marroquíes". También se muestran muy preocupados por la huelga de hambre indefinida que ha iniciado desde su detención. (SPS)

sábado, 10 de julio de 2010

Rabat paga traidores

08.07.2010 · Juan José Téllez

Aunque la crisis haya frenado el entusiasmo de muchas familias de acogida, los niños saharauis ya están aquí. Llevan un par de semanas en España, el país que les colonizó, que les abandonó a su suerte mientras el dictador Francisco Franco expiraba, y que sigue arrastrando tanta mala conciencia como falta de firmeza en el contencioso que enfrenta a Marruecos con la República Arabe Saharaui Democrática, en torno a un territorio ocupado por Rabat desde la Marcha Verde que siguió a los controvertidos acuerdos tripartitos de Madrid, puestos en cuestión por la asesoría jurídica del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Tras derrotar a Mauritania en 1979, el Frente Polisario fue capaz de echarle un pulso al gigante militar marroquí, que bombardeó a su población con napalm y fósforo blanco, utilizando para ello armamento exportado por diversos países, entre quienes volvía a figurar España. El armisticio llegaría en 1991, con la firma de un alto el fuego auspiciado por la ONU y supeditado a la convocatoria de un referéndum que habría de celebrarse al año siguiente. No hubo tal. Marruecos apeló y su convocatoria se demoró sine die a partir de diversos pretextos, especialmente el del censo: a estas alturas de la película y de la historia, ¿cuántos saharauis quedarán de aquel último censo español sobre el que ambas partes parecían estar inicialmente de acuerdo aunque discrepen en el porcentaje ulterior de añadidos a dicho balance demográfico?

Desde entonces, se han sucedido incumplimientos de acuerdos supranacionales, como los de Houston de 1997, ya que el proceso de identificación de votantes quedó en suspenso y la consulta sobre la autodeterminación sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes. Tampoco han faltado traiciones pagadas a buen precio por Rabat. Y deserciones en las filas saharauis, desgastadas por tan larga espera.

Casi veinte años después de la paz, lo cierto es que Marruecos mantiene un control férreo sobre los territorios bajo su dominio: prueba de ello es la represión sobre Aminnetou Haidar y los activistas que mantienen las tesis del Polisario. De hecho, en 2009 la Eurocámara expresó su preocupación ante la ONU por el deterioro de la situación de los derechos humanos en la región. Expresamente se refirió a los derechos de “libertad de expresión, asociación, manifestación y comunicación”. El Parlamento Europeo, en dicha resolución, añade además que la justicia marroquí de la zona está sesgada por la presión de protección del dominio.

El Gobierno de la RASD, por su parte, también controla hasta donde puede a la población que lleva dos décadas en el arenal de Tinduf y en los territorios ocupados, a un lado del muro que les separa de su memoria y de su genética, esperando el regreso a El Aaiún o a Dajla, a Bojador, a Esmara o al Río de Oro, las zonas de aquella antigua y remota provincia española. Pero, ¿cómo no hacerlo cuando la estabilidad de ese Estado en la hamada es tan frágil que sigue necesitando de la ayuda argelina o de la cooperación exterior?.

Para superar el estancamiento del proceso de paz, las Naciones Unidas designaron
a James Baker como Enviado Personal del Secretario General de las Naciones
Unidas para el Sahara Occidental que, en 2003, presentó un nuevo plan avalado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a través de su Resolución 1495. Nuevamente, Marruecos mareó la perdiz y propuso una amplia autonomía del Sáhara Occidental, siempre y cuando quedara bajo su soberanía. A pesar del rechazo del Polisario y de numerosos países, lo cierto es que la posición marroquí ha ido ganando adeptos, sobre todo a partir de que su importancia estratégica como aliado de Occidente haya ido creciendo en una región, la del Magreb, minada cada vez más por Al-Qaeda.

Sin embargo, si tan buena voluntad tiene Marruecos a la hora de otorgar la autonomía a dicho territorio, ¿por qué no lo hace sin contrapartidas? Sería todo un gesto que haría aumentar la escasa confianza que despierta en este aspecto concreto de su política interior y exterior. Y es que, desde la independencia, Marruecos está obsesionado con la unificación de su país en base a fronteras más legendarias que históricas. Y, desde luego, sus objetivos inmediatos pasan por mantener su control sobre el Sáhara y ampliarlo a Ceuta, a Melilla y a los pequeños peñones e islotes del Estrecho, como puso de manifiesto el célebre y absurdo por ambas partes incidente de El Perejil, durante la última etapa del mandato de José María Aznar en La Moncloa.

A comienzos de julio, falleció  Mahfud Ali Beiba, miembro del Secretariado Nacional y presidente del Consejo Nacional saharaui, esto es, su Parlamento. Desde 1997, cuando se firmaron los últimos fallidos acuerdos, venia encabezando la delegación Saharaui en las negociaciones con la parte Marroquí en el marco de las Naciones Unidas. ¿Seguirá habiendo contactos? Cada vez más débiles, eso sí.

El Enviado Personal del Secretario General de Naciones Unidas para el Sahara Occidental, se llama Christopher Ross y durante su último y reciente encuentro con Miguel Angel Moratinos, ministro español de Asuntos Exteriores, recibió el pleno apoyo a su gestión por parte de la diplomacia española, últimamente tímida en este aspecto. La postura oficial de nuestro país pasa por “una solución política justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental en el marco de disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas”.

Algo es algo, aunque siga sin existir reconocimiento oficial por parte de España a la RASD. Y no va a haberlo. Lo único que se pone en valor es la nueva resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que con el número 1920 fue adoptada el
pasado 30 de abril de 2010 y que renovó el mandato de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental (MINURSO). Más de lo mismo. Largas cambiadas.

Francia, el primer socio comercial de Marruecos, lo tiene claro. A comienzos de julio, el primer ministro francés, François Fillon, en presencia de su homologo marroquí Abás El Fasi, respaldó la propuesta de autonomía como “la base más pertinente para salir del estancamiento” actual de este conflicto. Ya el presidente Nicolás Sarkozy se había expresado en el mismo sentido. Lo sorprende es lo que añadió El Fasi a renglón seguido: “Muchos países han optado por esa solución, entre ellos España”. ¿Desde cuándo? Durante los últimos años, aunque sea con la boca chica, al igual que Estados Unidos. Hoy por hoy, el peor enemigo que tiene Marruecos en este contencioso es su propio orgullo y prepotencia. Los excesos marroquíes tanto en materia de derechos humanos como su intransigencia en las rondas de negociación de Manhasset y Armonk están provocando cierto recelo en la administración de Obama, aunque todo parezca, a primera vista, discurrir como la seda.

La última jugada al respecto ha sido el plácet del Consejo de Ministros al nuevo embajador marroquí en España. Su nombre es Ould Souilem y es precisamente un saharaui de Dajla, que sustituye en el cargo a Omar Aziman, depuesto a raíz de la crisis bilateral que motivó la la expulsión de Aminatou Haidar, a finales del pasado año. El nuevo embajador es hijo de Abdalá Ould Souilem antiguo alcalde de Villa Cisneros y procurador en las cortes franquistas, pero que se unió al Frente Polisario en 1975 y a lo largo de más de tres décadas desempeñó altas responsabilidades en la RASD, siendo embajador en varios países de América Latina, África y Asia, encargado de las relaciones con las comunidades saharauis en Mauritania y en los últimos años encargado de relaciones con los países árabes, con rango de consejero de la presidencia. Su designación se produjo meses después de que desertase de la RASD y se entregara a la causa marroquí. Está visto que Rabat sí paga traidores.

Fuente: Periodismo humano
http://tellez.periodismohumano.com/2010/07/08/rabat-paga-traidores/

El grupo de los quince

A finales de 2005, un grupo de 15 jóvenes saharauis desapareció en El Aaiún. Las autoridades marroquíes aseguraron que habían muerto ahogados víctimas de un naufragio tras embarcarse en una patera con rumbo a Canarias. En diciembre, las familias de los jóvenes eran informadas por medios oficiosos pero solventes de que sus hijos estaban en manos de las autoridades marroquíes de ocupación en el Sahara Occidental. Las madres tomaron el mando. Se reunieron con todo el que les quiso escuchar, marroquí, saharaui, extranjero y hasta informaron a miembros de Amnistía Internacional en el territorio, a la prensa. Se manifestaron y fueron apaleadas y detenidas.

Hoy, las conocen como “las madres del grupo de los quince”. Una de ellas, que prefiere guardar el anonimato para evitar represalias, ha hecho llegar una carta al Servicio de Comunicación Saharaui en Canarias (SCSC) pidiendo que se haga llegar tan lejos y a tantos lugares como se pueda. Mientras, sigue esperando el milagro de volver a ver a su hijo:

El Aaiún, cualquier mes de 2008

No sé cómo empezar este escrito. Ni siquiera sé si alguien quiere dedicar unos minutos a escuchar mi desgracia.
Todo comenzó el 15 de diciembre de 2005, cuando me enteré de que mi hijo había sido secuestrado por las autoridades marroquíes. Mi vida se vio envuelta en un camino de dolor y sufrimiento por la desaparición forzosa de mi querido hijo.
He agotado todas las vías “legales”, si es que se puede hablar de legalidad cuando los que ocupan nuestra tierra tienen un desprecio total por los derechos humanos más elementales.
He implorado y he suplicado a cualquiera que pudiera tener alguna relación con el caso de mi hijo. He tocado a todas las puertas para saber de su caso. Lo único que he recibido son rumores que me queman el alma y me rompen el corazón: que lo habían trasladado junto a sus compañeros de la cárcel de El Aaiún a otra en Marruecos; que bajo tortura murieron dos del grupo; que otros quedaron discapacitados o mutilados…
Las preguntas me angustian y no me dejan dormir, ¿dónde estará mi hijo?, ¿estará vivo o habrá corrido la peor suerte?, ¿podrá soportar las tristemente célebres torturas marroquíes?,¿cómo son sus noches?...¿y sus días?, ¿cómo puede sucederle esto a mi hijo, que nunca ha hecho mal a nadie, ni ha matado a nadie, ni ha robado a nadie?

Su único delito es el haber expresado explícitamente en manifestación pacífica el sentir y el deseo de todos nosotros. Lo que es la realidad. Somos saharauis, no somos marroquíes y reivindicamos nuestro derecho a la autodeterminación e independencia.
Cuando deambulo mirando sin nada que ver, pienso que llegará un milagro, pero los milagros parecen haber roto hace tiempo su alianza con los más débiles.
Me vence la impotencia y me doy cuenta de que mi caso es insignificante para el mundo, que no es más que un número que se añade a tantos otros. Me doy cuenta de que nosotros, los saharauis, valemos muy poco a ojos de un mundo en el que reina la ley del más fuerte.
No me queda más que encomendarme a Dios e implorar con desesperación la justicia divina ya que parece que la comunidad internacional es indiferente a nuestras plegarias.

Aún así, quiero lanzar un grito de desesperación e impotencia con la esperanza de que llegue a oídos receptivos. Para que en este mundo globalizado también se luche por que los derechos humanos se globalicen también y que los saharauis disfrutemos de ellos. En particular, apelo a todos los pueblos de España para que nos estrechen su mano solidaria en la misión de buscar el paradero de mi hijo y sus compañeros.
Puede que un día, ojalá no lejano, me encuentre con mi hijo, tenerle entre los brazos de nuevo y que nuestras vidas recuperen la normalidad. Necesito conseguir que David vuelva a vencer a Goliat.
El caso de mi hijo no es único en el Sahara Occidental. Hay demasiadas madres saharauis que están en la misma situación que la mía.
Saludos

jueves, 8 de julio de 2010

Testimonio de Anuar Kamal sobre lo ocurrido en la ceremonia de condolencia de Mahfoud Ali Baiba, Aaiun , Sáhara ocupado

El domingo por la noche, 4 de julio de 2010, no era como los demás días, la policía marroquí aumentó las patrullas e impuso un bloqueo y toque de queda en la zona del aeropuerto y sus alrededores.

Me paré frente a la casa de mi familia en el barrio de Dir Aidak, cerca del barrio de Almatar donde asistieron a la ceremonia de condolencia y luto por el fallecimiento de MAHFUD ALI BAIBA.

Una patrulla de la policía marroquí se acercó a mí, uno de ellos salió y me pidió mi identificación, yo le dije que estaba cerca de la casa de mi familia, pero insistió en que tenía que presentársela a él. Entré en la casa y le di mi documentación.
Me pidió que retirara los panfletos que estaban en el suelo y las banderas del Polisario.

Cuando me negué, me golpeó, y luego me esposaron y me obligaron a subir a un coche de la seguridad marroquí.

Allí, comenzaron a golpearme, me gritaban insultos racistas.

Después de conducir un rato, me entregaron a otra patrulla dirigida por Abdelali Alaoui "El-azou”

Durante media hora, me interrogaron y me dieron puñetazos. Querían saber quién había distribuido los panfletos y las banderas del Polisario. Yo respondí que no sabía nada. Al negarme ellos actuaban con más agresividad y me golpeaban más fuerte.

Después la patrulla me trajo de vuelta a mi casa y me golpearon delante de mis padres.

Fuente: ASVDH

miércoles, 7 de julio de 2010

Activistas saharauis de derechos humanos expresan su temor a la represión marroquí

Argel, 06/07/2010 (SPS).- Once activistas de los derechos humanos saharauis, han expresado el martes en Argel, su temor a las represalias de los servicios de seguridad marroquíes a su regreso a los territorios ocupados del Sáhara Occidental.

Los once activistas provenientes de las ciudades ocupadas de El Aaiún, Smara y Dajla, llegaron hoy a Argelia para participar en el Verano de la Juventud y los Estudiantes y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

La delegación fue recibida en la sede del Comité Nacional Argelino de Solidaridad con el pueblo saharaui (CNASPS). Las autoridades marroquíes utilizan "todos los medios" para mantener en bloqueo total la situación de vulneración de los derechos humanos en los territorios ocupados saharauis.

Así, la militante Nguia El Haouasi (20 años) dijo que las autoridades marroquíes la han excluido de su escuela en El Aaiún, debido a que eran conscientes del propósito de su visita a Argelia.

Por su parte, Hayat Reguibi (19), que ha conocido el mismo destino que su compañera Nguia, dijo que las autoridades marroquíes "está utilizando todos los medios posibles para presionar a los estudiantes saharauis en las universidades y en las escuelas".

"en los exámenes de historia de Marruecos, nos obligan a aprender de memoria el himno nacional de Marruecos", reveló.

Dijo, además, que "las autoridades marroquíes envían a los estudiantes saharauis a estudiar en CFPA de Agadir y otras ciudades marroquíes para vaciar a las ciudades saharauis de sus habitantes autóctonos".

Rgueibi Hayat dijo, también, que había sido chantajeada por el gobernador de El Aaiún, para detener sus actividades políticas.

"Los actos de intimidación, amenazas de violación" también fueron denunciados por la población saharaui. Estos temores acerca de una reacción violenta por parte de las autoridades de ocupación contra los once miembros de la delegación saharaui de los derechos humanos, entre ellos 5 mujeres y 6 hombres, también fueron expresados por Abdallah Khenaoui (36 años).

Abdallah Khenaoui fue condenado a siete años de prisión y ha experimentado los centros de tortura en Marruecos, como el famoso PCCMI, gestionados por los servicios de inteligencia de las fuerzas militares de ocupación marroquíes, dijo que "las autoridades coloniales fueron capaces de ir a peor para impedir cualquier manifestación pacífica en las ciudades saharauis ocupadas".

"Las autoridades de ocupación marroquíes pueden recurrir a la milicia civil de colonos bajo la supervisión de los miembros de los servicios de seguridad para atacar a la delegación, como lo hicieron a principios de este año con la sexta delegación saharaui proveniente de los territorios ocupados que visitó los campamentos de refugiados saharauis y los territorios liberados del Sáhara Occidental", aseveró. (SPS)

domingo, 4 de julio de 2010

Decenas de heridos por la policía marroquí en El Aaiun en el pésame por la muerte de Mahfud Ali Beiba

El Aaiun, territorios ocupados Sahara Occidental

Domingo 04 de julio 2010.


En un comunicado difundido esta mañana CODESA denuncia la actuación de la policía marroquí contra centenares de saharauis precedentes de todas las ciudades saharauis para ejercer su derecho a la oración de despedida al dirigente saharaui Mahfud Larosi Ali Beiba. Centenares de ciudadanos se congregaron frente a la casa del desaparecido dirigente saharaui en una sentada en silencio y oración por su alma, enfrente del domicilio de sus padres situado en el barrio El Matar.

Se trata de un velatorio al ausente que forma parte de la cultura saharaui cuando un ser querido ser marcha para siempre. Las autoridades de ocupación marroquí impidieron a los saharauis cumplir este deber y concepto tradicional de su cultura. Para ello movilizaron decenas de unidades de los servicios de seguridad y militares para dispersarlos y arremeter contra ellos dejando un saldo de varios heridos entre ellos Hasana Mohamed Duehi y Deij Mohamed Dueihi ambos hermanos de Mahfud Ali Beiba.

Otras personas también han sido heridas como las señoras Smati Sbai, Rafia mint Elbujari, Jadiyetu mint Sidi Ahmed Bol-la, Baki mint Sidi Bol-la, Zahra Erguibi, Facka Badadi, El Alia El Fares y los jóvenes Mohamed Ali Kueirina, Mulay Lehsen y Ahmed Ali Dueihi, sobrino del fallecido.

Por otra parte las autoridades marroquíes impidieron a los defensores saharauis de derechos humanos a cumplir con su deber de oración y el pésame a la familia de Mahfud Ali Beiba. Se trata de Aminetu Haidar, El Arbi Masaud, Ahmed Emjeyid, Brahim El Isamili, Sukeina Yid Ehlu, Saleh Erguibi, Endur Rashid, Mohamed Ali, Salek El Batal, Facka Badadi, Mohamed Saleh Aman, Abderrahaman El Bugarfaui, Taclabut Saleh, Mohamed uld Abba Mohamed, Salama Lehsen, Lidri El Husein, Ehamed Mahmud y Freitisna Mohamed Fadel.



Codesa:

Denuncia el impedimento por parte de las autoridades de ocupación a los defensores saharauis de derechos humanos a acceder al domicilio de la familia de Mahfud Ali Beiba

Y la brutal actuación de las fuerzas marroquíes contra los ciudadanos saharauis.

Muestra su apoyo y pésame a la familia del líder desaparecido.

Hace un llamado a la opinión pública internacional y las organizaciones internacionales para proteger a los saharauis ante estas flagrantes violaciones de DDHH que comete el ocupante.

Hace un llamado para que se ejerza el derecho y la legalidad internacional mediante los cuales el pueblo saharaui pueda ejercer su derecho a la autodeterminación.

Fuente CODESA

ERC-IC-ICV insta al Gobierno a recuperar la memoria del primer líder saharaui, Basiri

Madrid, 3 jul (EFE).- El grupo parlamentario de ERC-IU-ICV ha presentado en el Congreso una proposición no de ley en la que solicita al gobierno la recuperación de la memoria del primer líder independentista saharaui, Basir Mohamed "Basiri", desaparecido durante la autoridad colonial española.

La propuesta pide que se realice un informe sobre la desaparición de "Basiri" para esclarecer la responsabilidad de España, y si ésta se probase, insta al Gobierno a que tome medidas para la reparación de su memoria y de su familia.

Además, el Ejecutivo, según los proponentes, debería realizar las gestiones oportunas para la localización del cadáver de "Basiri" y su repatriación a territorio saharaui.

Según recuerda la exposición de motivos, "Basiri" desarrolló su actividad política a finales de los años 60 y fue detenido en junio de 1970.

Hasta el 16 de julio de ese año permaneció en la cárcel de El Aaiún, cuando se tiene la última información sobre su paradero.

Considera ERC que en un contexto de recuperación de la memoria histórica española y después del caso de la activista saharaui Aminatu Haidar, sería "oportuno" que el Gobierno realizase "un gesto de cara al pueblo saharaui", para quien "Basiri" es un héroe y un mártir, y aporte información sobre su desaparición. EFE

sábado, 3 de julio de 2010

La policía marroquí tortura a un joven saharaui en Tan Tan

Un joven saharaui de nombre Muhammad Errabaa fue detenido el pasado 13 de junio de 2010 por miembros de la policía marroquí en la ciudad marroquí de Tantan. El joven fue arrestado por llevar un uniforme militar parecido a los del Ejército saharaui.

El joven saharaui fue sorprendido cuando estaba sentado en la terraza de un café de la ciudad por elementos de la policía marroquí vestidos de civil y uniformados y llevado por el oficial, Abdul Jalil, Ait Aziz, quien ordenó encadenarle las piernas y las manos en el interior del coche de la policía y someterlo a fuertes palizas antes de ser trasladado a la comisaría del Departamento Judicial de Seguridad Regional.

Y una vez dentro de la comisaría de policía fue objeto de torturas y malos tratos y sometido a un interrogatorio por más de 8 horas, causándole lesiones, y contusiones que cubren todas las partes del cuerpo. Fue evacuado al Hospital Regional Hassan II y más tarde le fabricaron un falso expediente con delitos menores con el que la policía intenta justificar la arbitraria detención.

Después de varias horas de torturas físicas, que han dejado huella por todo su cuerpo el joven saharaui, fue puesto en libertar sin cargos por la policía, sin ser informado de las verdaderas razones de su detención arbitraria, las torturas y los malos tratos en el coche de policía y sus dependencias.

*Fuente: CODESA