lunes, 1 de noviembre de 2010

Galia Djimi: "Perdí el pelo en los interrogatorios y compañeras mías abortaron bajo tortura; nadie habló de estos crímenes"


Compartió celda con Aminatu Haidar y los activistas las comparan, por su heroica lucha por los derechos en el Sáhara Occidental. Elghalia Djimi ha hablado de todo ello en Asturias y ahora pasa unos días en Bilbao, mientras El Aaiún vive enfrentamientos de gran crudeza

NOTICIAS GUIPUZKOA  CRISTINA M. SACRISTÁN - Sábado, 30 de Octubre de 2010 -.

BILBAO. Elghalia Djimi (Agadir, 1961) se envuelve en un Elmalhfa de colores rosados, pues razona que, pese a haber sufrido torturas perversísimas -como, entre otros, Aminatu Haidar-, y aunque el Gobierno marroquí sigue utilizando métodos represivos muy duros sobre los saharauis, "nos vestimos de colores para mostrar nuestro amor a la vida". Sobrecoge su reacción ante tanto hostigamiento: "Hay que combatir de forma pacífica para que cualquier ser humano viva con dignidad". Lo que no puede expresar correctamente es castellano lo hace con sus ojos de henna y "desde lo profundo de mi corazón", afirma.

-Fatma Mehdi habla en positivo de la realidad saharaui, pero otros activistas no. Como mujer y sufridora de esa realidad, ¿ve luz en el futuro de esa "nueva sociedad"?

Nuestras hermanas en los campamentos de refugiados tienen todo tipo de oportunidades para trabajar, para contribuir a la construcción de la nueva sociedad, a la instalación de las instituciones del Estado saharaui... En el territorio ocupado no, pero quedamos como luchadoras y militantes que defienden la causa y el respeto de los Derechos Humanos y, sobre todo, de la autodeterminación. Es el único dominio donde podemos participar.

-Han sido unos días muy duros, con la muerte de este menor, ametrallamientos, etc. Bueno, no hay buenos momentos en el Sahara, pero...

Del todo no hay momentos buenos en el territorio, pero hay tres épocas, desde 1975. En la primera, nadie sabe nada de la realidad de crímenes contra la humanidad que ha cometido el Estado marroquí contra el pueblo saharaui bajo su control, es decir, el genocidio, la dispersión forzada, la marginación de la población autóctona... A mediados de los 90 el grupo de desaparecidos liberados en el 91 empezó a divulgar la realidad de la desaparición forzada (entonces liberaron el gran grupo de 324 desaparecidos, entre ellos 87 mujeres que han pasado hasta 16 años desaparecidas: mi grupo y el de Aminatu Haidar). La tercera época, desde el 2000, es cuando la sociedad civil y los activistas de Derechos Humanos empiezan a trabajar, pese a la represión, el encarcelamiento, etc., pero persisten con el sostén de las ONG internacionales, como Amnistía Internacional y Human Right Watch. Y relaciones con cuerpos diplomáticos en Rabat, como la embajada alemana o sueca.

-Es decir, que a pesar de lo que está pasando, habría una mejoría con respecto al silencio que hubo, ¿no?

Desde 2005 las manifestaciones que piden el derecho de autodeterminación estaban en paralelo de una represión feroz que ha atacado a jóvenes, niños, viejos, etc. en plena calle. Esas fotos -como las de Abu Ghraib- ayudan a hablar de la realidad saharaui. Porque en la época de la desaparición forzada había un embargo mediático y nadie sabía lo que ocurría en las cárceles secretas. Yo misma tengo mordeduras de perro (señala su brazo), he perdido todo mi cabello en los interrogatorios, porque utilizaron productos químicos en ellos. Me desnudaban totalmente, sólo una venda sobre mis ojos. Por no hablar de la suciedad, los no medicamentos, la malnutrición. Eso lo vivimos mi grupo durante 3 años y 7 meses. Las mujeres del grupo de 16 años dieron a luz bajo torturas, o abortaron. Nadie habló de estos crímenes contra la humanidad.

-Algunos hablan de usted y de Aminatu como heroínas. Ambas padecieron muchos tipos de torturas.

Sí, vivimos la misma cosa, en un cuartel policial, sin ningún contacto con el exterior, ni un juicio. Pero no sólo Aminatu o yo hemos sufrido: toda la población autóctona saharaui. Nosotras tenemos la oportunidad de salir fuera, de contactar con los periodistas y hablar de esto, pero hay miles de hombres y mujeres valientes que defienden, con todo coraje, la autodeterminación, los derechos en el Sahara. Cuando hablamos de la prohibición de los derechos fundamentales de los saharauis, vienen las autoridades y dicen: "No, son pocos, son mentirosos...". Pero afortunadamente los desplazados a afueras de El Aaiún desmienten la gran mentira de Marruecos.

-Los apoyos de Saramago, Guillermo Toledo, en el País Vasco... ¿hacen que se sientan más acompañados?

Sí, este sostener de la sociedad civil mundial, y nuestra creencia en Dios y la legitimidad de la causa nos da este coraje para continuar nuestra lucha pacífica, que es nuestro patrimonio.

-Sí, le habían golpeado.

Sólo saben desmentirnos. Pero sus actos les desmienten a ellos, como el ametrallamiento de los jóvenes que sólo pedían sus derechos en su tierra. No merecen este trato fuera de la ley, este asesinato a sangre fría.

-Marruecos ha enterrado al menor Elgarhi Nayem sin conocimiento de su familia. ¿Es una provocación, una guerra de desgaste...?

Sí, sí. Como madre siento los sentimientos de su madre y su hermana. Cómo una madre no puede despedir en el último minuto a su niño, que está matado de esta manera tan cruel. Pero no es la primera mujer que ha sufrido la barbaridad del Estado marroquí ni sus crímenes.

-Las mujeres saharauis parecen hechas de otra madera, porque son muy fuertes y mantienen la calma a pesar de lo que han pasado.

(Le brillan los ojos) Creo que nuestro esfuerzo emerge del sufrimiento que padecemos y de nuestro amor a la paz, a la cohabitación, de nuestro amor y respeto al otro, y el amor a la estabilización de la región y el mundo entero. Queremos participar positivamente hasta que los pueblos del Gran Magreb se puedan beneficiar de las riquezas de cada país, juntos, para llegar al bienestar de los pueblos. Es nuestro gran sueño.

-Han escrito una carta a Ban Ki-Moon. ¿Cree que la ONU puede hacer algo?

Este es el único pueblo en el mundo que lucha con el cuerpo y las manos desarmadas. Culpabilizaré a la comunidad mundial si nuestros jóvenes llegan a la violencia o el terrorismo. La situación es muy clara: que asuma su responsabilidad con coraje, que encuentre una solución legítima a un conflicto tan olvidado.

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